Los símbolos son la representación formal de lo intangible y evocan la historia, los valores, las costumbres y los sentimientos de una colectividad. Los humanos necesitamos para comunicarnos de signos que transformen lo que es abstracto en algo concreto, lo que es complejo en algo simple, las ideas en lenguaje.
Los militares son integrantes de una Institución larga en su historia, con unos valores asumidos y expresados en las Reales Ordenanzas (RROO), con unas costumbres asentadas en la tradición y unos sentimientos traducidos en el amor al servicio hacia los españoles, sin distinción de ideas, raza o religión. Ellos tienen tres símbolos que representan a esa colectividad a la que juraron o prometieron servir: la Bandera de España, su escudo y su himno. Así lo dice el artículo 6 de las RROO y afirma que mostrará “el máximo respeto… como símbolos de la Patria trasmitidos por la historia”.
El respeto lo expresan los militares con el saludo, gesto que muchos uniformados emplean al llevar la mano derecha a la prenda de cabeza puestos en pie. Así es como gestualiza el militar el respeto que se merecen los símbolos del Estado y que por extensión y por cortesía se extienden al resto de símbolos que representan el entramado institucional de España (Comunidades Autónomas y Corporaciones Locales) y también a la de otros Estados extranjeros. Por cumplir la ley y por costumbre, esa es la forma en que los militares expresamos el valor que damos a símbolos que son comunes generación tras generación. y que nos representan a todos los españoles sin distinción de origen y de lengua.
En el ámbito civil las muestras de respeto hacia los símbolos son menos explicitas y concretas y por ello más heterogéneas. El himno nacional puede ser tarareado (pues no tiene letra), aplaudido, ser oído en silencio o silbado. El himno suele ir ligado a los honores que se realizan a la bandera de España, a las altas autoridades del Estado o a los actos deportivos con representación española. La bandera corre parecidas vicisitudes: puede ser acogida, ninguneada o destrozada. Cuando estas situaciones se producen, el militar tiene claro que la bandera es más que un trapo y que el himno es más que una partitura, porque son símbolos de una sociedad democrática, y han sido aprobados por leyes constitucionales. Aquellos gestos están ensalzando, respetando o vituperando historia, valores, costumbres y sentimientos comunes que pertenecen a todos los españoles. La polémica surge cuando son utilizados estos símbolos para mostrar rechazo o disgusto de forma pública y mediática. En nuestra democracia consolidada, la libertad de expresión ampara determinadas actitudes; pero precisamente por ser una sociedad libre, existen otros cauces para mostrar el rechazo, la diferencia o la disconformidad, sin necesidad de utilizar símbolos, en los que objetivamente los disconformes también están representados; pero sobre todo, porque pueden herir la historia, valores, costumbres y sentimientos de otros conciudadanos suyos, que poco tienen que ver con sus reivindicaciones.
En la mejor tradición militar, hasta las banderas y símbolos del enemigo son respetados, pues el militar entiende que tras ellos hay algo más que un objeto y representan mucho sacrificio y sentimiento.
El respeto en general que se establece entre las personas indica el nivel de educación de las mismas. Es incoherente pedir respeto por lo mío particular cuando estoy negando el respeto a los demás. Cuando suena el Himno nacional y el militar asiste a un acto público, reconoce que suena para todos los españoles y en pie, en actitud de respeto y en silencio, saluda.