Nuestras Fuerzas Armadas se han adaptado con éxito a los teatros de operaciones en los que han intervenido durante los últimos años, pero los cambios que se prevén en el futuro son de tal magnitud que hacen difícil conocer sus características y su forma de operar en ese entorno desconocido.
Para ello dentro de un “Programa de Futuros” se ha realizado un amplio trabajo de estudio en el que han colaborado los expertos de nuestras Fuerzas Armadas, Guardia Civil y sectores académicos e industriales, para intentar definir el mundo complejo e incierto en el que se moverán las FAS tanto en el tradicional campo de la Defensa como en el de la Seguridad, y cuyo resultado ha sido un documento denominado “Entorno Operativo 2035”.
En él se establecen las características que deben de tener las FAS en el plazo de quince años para adecuarse a los futuros escenarios de empleo de la Fuerza y, afrontar los retos y aprovechar las oportunidades que se les plantean. Además se establecen sus posibles escenarios de actuación y los cambios que deberán afrontar para adaptarse con éxito a ese nuevo entorno en el que se van a difuminar la distinción entre situaciones de paz y de guerra, e incluso la atribución de acciones y la identificación de adversarios y de sus verdaderas intenciones.
Para hacer frente a este nuevo entorno se han analizado los retos del futuro, prestando especial atención a los desafíos y a las amenazas que comprometen a la Seguridad Nacional.
Las amenazas se definen como aquellos elementos que pueden socavar la seguridad nacional. Se recogen como principales las siguientes: los conflictos armados, el terrorismo, el crimen organizado, la proliferación de armas de destrucción masiva, el espionaje, las ciberamenazas, las amenazas sobre las estructuras críticas y el terrorismo yihadista.
En este contexto, se observa que a las amenazas tradicionales se sumarán las provenientes de actores no estatales, cuya influencia creciente en la seguridad internacional es consecuencia del impacto generado por la globalización. En cuanto a los desafíos, se determinan como aquellas circunstancias que, sin tener de por sí entidad de amenaza, pueden incrementar la vulnerabilidad, provocar situaciones de inestabilidad o la aparición de nuevas amenazas. Entre los desafíos se contemplan: la inestabilidad económica, la vulnerabilidad energética, los movimientos migratorios, las emergencias y catástrofes, las epidemias, pandemias y el cambio climático.
En cuanto a los actores implicados, a los estados habrá que añadir la presencia de otro tipo de ellos que darán una mayor complejidad al escenario: estados fallidos, grupos terroristas, grupos criminales, organizaciones supranacionales gubernamentales, organizaciones no gubernamentales o alianzas constituidas ad hoc.
Grupos extremistas, como por ejemplo Al Qaeda o el Daesh, han sido capaces de poner en jaque no solo a Oriente Medio y a África sino a todo el planeta. Además de estos actores no estatales, ciudadanos empoderados, corporaciones transnacionales, organizaciones no gubernamentales o ciudades estado, podrán ser más influyentes de lo que lo son actualmente. Por poner un ejemplo, es de esperar que las corporaciones del tipo GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) tengan una gran influencia en la toma de decisiones en el futuro.
En el contexto de las operaciones en el entorno 2035 estaremos hablando de un tipo de guerra o un tipo de conflicto completamente diferente al que estamos acostumbrados. Nuestros potenciales adversarios tratarán de retarnos con medios civiles, militares y económicos en la denominada zona gris, donde el adversario pretende no cruzar los umbrales que suelen dar pie a una respuesta militar. Además, no podremos descartar los conflictos armados de alta intensidad, que estarán caracterizados por la tecnología y por la guerra de la información.
La guerra entendida pues como el enfrentamiento entre naciones y reconocido a nivel internacional, puede que haya perdido vigencia, puesto que apenas algo más de una veintena de ellas desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pueden encuadrarse en esta concepción clásica. Sin embargo, hoy en día aparecen multitud de actividades armadas o no, que siguen provocando miles de víctimas y que sin traspasar ese “umbral oficial” de la guerra, nos hacen entrar de lleno en nuevas modalidades de conflicto.
En el escenario futuro, la tecnología formará parte de la incertidumbre en la evolución del entorno, por lo que serán fundamentales la investigación, la experimentación y el seguimiento de esta en estrecho contacto con la industria de defensa y el mundo universitario. El uso adecuado de estas tecnologías supondrá una mejora en las capacidades militares, y todo ello, sin olvidar que el factor humano seguirá siendo el elemento fundamental de cualquier estrategia, por lo que deberá de mantener un alto grado de compromiso, motivación, excelencia, disciplina y disponibilidad permanente.
Tanto la finalidad de las FAS como su esfuerzo de adaptación a un nuevo entorno operativo mucho más complejo, debería ser percibido por la ciudadanía como necesario para la legítima defensa de nuestros intereses nacionales, por lo que es responsabilidad de las instituciones y de sus líderes fomentar las medidas concretas para promocionar una adecuada conciencia de Defensa.
Mercedes Pordomingo Esteban
Teniente RV del ET