Joaquín Vara de Rey y Rubio (Ibiza, 1840 -Santiago de Cuba, 1 de julio de 1898), fue un militar y político español, héroe de la Guerra de Cuba por su defensa del fortín de El Viso.
Se graduó en el Colegio General como subteniente, ascendiendo al rango de teniente en 1862. Combatió las rebeliones cantonales de Cartagena y Valencia y luchó en la Tercera Guerra Carlista. En 1884 solicitó su traslado a Filipinas, donde permaneció hasta 1890, tras servir como Capitán General de Filipinas y Gobernador de las Islas Marianas.
De regreso a España se le asignó la comandancia de la guarnición de Ávila hasta abril de 1895, cuando se presentó voluntario para servir en Cuba. Fue nombrado comandante militar de Bayamo y mandó el regimiento que luchó en la Batalla de Loma de Gato, en la que los españoles acabaron con el cabecilla rebelde José Maceo. Debido a su brillante actuación fue promovido a brigadier general.
Tras el desembarco norteamericano en la isla, el general Shafter envió al 5º Cuerpo de Ejército contra Santiago de Cuba el día 1 de julio de 1898. Desde el día anterior, las tropas norteamericanas y sus aliados cubanos habían estado tomando posiciones al lado este de la ciudad con la intención de comenzar el ataque al amanecer. El 5º Cuerpo estadounidense estaba organizado en tres Divisiones y dos Brigadas independientes que sumaban unos 18.000 hombres. El Caney era una pequeña posición defensiva apoyada sobre el fortín de El Viso, sin artillería ni ametralladoras, con una guarnición de 550 hombres al mando de Vara de Rey. Shafter decidió tomar esta posición con el fin de no dejar tropas españolas sobre su flanco derecho. La misión se la encomendó a la 2ª División del general Henry Lawton, 6.899 hombres apoyados por una betería de artillería (4 cañones de 81 mm) al mando del capitán Capron.
El combate comenzó con la primera luz del día cuando los norteamericanos sometieron al fuego artillero las edificaciones y los pequeños fortines de madera de El Caney. Una hora después avanzaba la primera oleada de asaltantes que se vio frenada por las descargas cerradas que los soldados españoles realizaban con sus Máuser. Los norteamericanos creyeron que los españoles huirían ante su aplastante superioridad numérica (30:1), pero a las nueve de la mañana ya había quedado claro que los españoles se preparaban para resistir. El propio Vara del Rey se paseaba impasible por las trincheras animando a sus hombres.
Lawton había calculado 1 hora, ó 2 como máximo, para que sus hombres desalojaran a los 550 españoles de El Caney, pero necesitó cerca de 12 horas. Las oleadas de asaltantes se sucedieron una tras otra, pero fueron rechazadas sistemáticamente por los españoles. La artillería estadonidense cambió su posición y se aproximó a El Viso, núcleo de la resistencia, y su fuego empezó a batir con eficacia el fortín cuyos muros empezaron a ser demolidos por los impactos continuos que recibían. Con El Viso casi destruido y ya pasadas las cuatro de la tarde tuvo lugar un nuevo y feroz asalto, que fue frenado ante los mismos muros del fortín.
Vara de Rey siguió, a pesar de sus heridas, arengando a sus hombres. A las cinco El Viso fue tomado, sólo quedaban allí muertos y algunos heridos. La artillería se situó en el mismo fortín para poder batir las casas del pueblo y las trincheras, la resistencia era ya inútil y los pocos defensores que quedaban, 84 de los 550, se retiraron ordenadamente hacía Santiago dirigidos por el Teniente Coronel Puñet.
Los estadounidenses tuvieron sorprendentes pérdidas: más de 80 muertos y 350 heridos.
Vara de Rey, herido en ambas piernas, fue retirado de la línea de fuego, pero los norteamericanos (en un acto muy poco caballeroso) dispararon sobre el indefenso general y sus dos camilleros, matándolos. En la batalla también murieron dos de sus hijos. El general Vara de Rey recibió la Cruz Laureada de San Fernando a título póstumo por su heroica actuación.