El 2 de marzo de 2008 realizaron su última misión en Pozuelo de Alarcón (Madrid), aunque hasta ayer seguían formando parte del Ejército de Tierra. Pero su pase a la reserva ya está en el BOE. El motivo: las nuevas tecnologías les han quitado el hueco que venían ocupando desde hace un siglo y medio, cuando se creó el primer palomar de mensajeras en Guadalajara.
Hasta ahora, el Gobierno mantenía activo a un grupo de unas 300 palomas en el Regimiento de Transmisiones Estratégicas n.º 22, en el cuartel de Pozuelo de Alarcón (Madrid), para restablecer las comunicaciones en caso de catástrofe. El Ejército llegó a disponer de 2.000 ejemplares en los antiguos palomares de Burgos, Sevilla, Ceuta y Melilla. Con la nueva regulación, todos los aspectos relacionados con la colombofilia (la cría y adiestramiento de palomas) pasan a ser competencia deportiva y los registros y autorizaciones dejan de estar en manos del Ministerio de Defensa
Las historias que han dado las palomas mensajeras han llenado libros y capítulos enteros de tratados de inteligencia militar. Pero también páginas de periódicos: como la historia de una de ellas que, a mitad de su recorrido, se desorientó y terminó muriendo de hambre en 2007 en Bétera (Valencia)
Las palomas mensajeras ya no desempeñan la funciones de antaño. Pero, "si el Ejército las precisa en algún acto de servicio, se las tenemos que prestar", cuenta Edelmiro Gracia, pte. de la Asociación de Palomas Mensajeras de Valencia.