ENTRE EL MAR Y LA TIERRA, PONTEVEDRA

31.10.2012 14:26

La Escuela Naval Militar amanece cada día a orillas del Atlántico,  al amparo de la ría de Marín, y ha sido el lugar elegido por la Armada para la formación de sus oficiales. Cuando el día llega a sus aulas los alumnos cadetes se enfrentan a un completo y estricto  plan de estudios, en un apretado horario  que les hace compartir su vida de diana a silencio.

El pasado día 25 de octubre los futuros oficiales de la Armada vieron con curiosidad cómo en el patio, Don Álvaro de Bazán no solo observaba sus idas y venidas, sino también las de un nutrido  grupo de hombres y mujeres que con sus uniformes de tierra, mar y aire rompían el azul de los suyos; éramos 30 reservistas voluntarios que viajamos desde Valladolid acompañados de nuestros mandos, para conocer en primera persona el centro de formación de los oficiales de la Armada.

Nuestro cuaderno de bitácora empezó a las 10 de la mañana frente a la dársena de la Escuela, junto a los restos del Crucero “Canarias” que hace guardia junto al palo mayor de un velero imaginario, para recordar a los guardiamarinas la esencia de su vocación.

Tras la bienvenida, tres balizas marcaron nuestra visita; iniciamos nuestra singladura en el planetario donde nos esperaban la visión de las 4.000 estrellas que iluminan la noche del hemisferio norte, y cuya observación y estudio, más allá de cualquier avance tecnológico, continúan siendo un activo impagable para el marino. El almanaque náutico describe las posiciones y movimientos de los cuerpos celestes y permite a los marinos determinar la posición de su barco, de modo que  ayer y hoy, en el mar los caminos los trazan las estrellas.

De la navegación celeste pasamos a observar la que se sustenta en los últimos avances de la tecnología: un simulador de navegación tan real que no le falta ni siquiera la sensación de mareo. El ahorro de recursos y la posibilidad de enfrentarse a una gran variedad de situaciones que además pueden ser valoradas y corregidas in situ por los profesores, le dan al simulador una importancia capital en el sistema actual de enseñanza.

En la misma línea didáctica está el simulador de tiro. Gracias a él el profesor de táctica evalúa todos los factores que condicionan cada uno de los ejercicios propuestos a los alumnos.

Cambiamos de rumbo y viramos hacia el pañol histórico con la intención de recorrer momentos, recuerdos y objetos que han jalonado la historia de este centro de enseñanza, puntal de la Armada española.

La visita a las lanchas de instrucción donde los alumnos cadetes toman contacto  con el binomio que marcará sus vidas, el mar y el barco, es el último golpe de timón de un viaje que bajo un sol inesperado  nos hizo arribar a la Escuela Naval Militar donde los oficiales de nuestra Armada aprenden la técnica naval y lo que enseña la Historia, en Lepanto la victoria y la muerte en Trafalgar.

Tras una tarde lluviosa al más puro estilo gallego, Pontevedra nos ofreció el día 26 una mañana radiante  para que los reservistas vallisoletanos pudiésemos disfrutar plenamente de  la visita a la Base General Morillo en Figueirido a escasos kilómetros de la capital, y que acoge a la mayor parte de la Brigada de Infantería Ligera “Galicia” VII, habitualmente conocida como BRILAT.

 Esta Unidad, quizás la menos conocida de las Brigadas que componen las Fuerzas Ligeras, cuenta además de la Base objeto de nuestra visita, con el Acuartelamiento “Cabo Noval” en Siero (Asturias) en el que se asienta el Regimiento de Infantería “Príncipe” nº 3, y con el GRECO “Santiago” VII ubicado en la vallisoletana Base  del “Empecinado”.

Nuestra presencia, minúscula, al lado de los 2.200 integrantes de esta Unidad seguía poniendo un punto colorido, esta vez entre el color árido  de sus uniformes. La intensa actividad que nos encontramos en la Base era el prólogo del acto militar que una vez al mes realizan como ejercicio de cohesión de todas sus unidades, algunas de las cuales tenían preparada para nosotros una exposición estática de su material, por la que los reservistas pasamos con el interés de quien desconoce mucho, pero está dispuesto a aprender más.

 A las 12, desde una ubicación privilegiada, disfrutamos de lo que sin duda fue para todos nosotros lo mejor de esta visita, el acto militar de unificación de la Base. Impresionante. La formación numerosa e impecable, las voces de mando altas y claras, la precisión de movimientos fruto sin duda de largas horas de ensayos,  impregnan el ambiente de un sentimiento que aunque contenido alcanza su punto álgido en el Homenaje a los Caídos. Cantar junto a todos ellos “La muerte no es el final” nos hace participar juntos del sentimiento que nos une, el amor a España, a su Ejército y a los que en su defensa dieron lo mejor de sí, su propia vida. 

 

        

El final de nuestra visita tuvo como escenario la sala que la Base tiene asignada como  Museo de la Unidad, expresión gráfica de su lema “Del pasado honor, del presente orgullo".  El honor de ser heredero de la tradición de sus Regimientos, el “Isabel la Católica” nº 29,  que recoge la tradición del Tercio de Zamora, llamado “el Fiel” y protagonista del milagro de Empel origen de la Inmaculada como Patrona de Infantería, y el “Príncipe” nº 3  “el Osado” que recoge la tradición del Tercio viejo de Lombardía. El orgullo hoy lo recibe  de su pertenencia a la élite de nuestras Fuerzas Armadas.

El Jefe de la Unidad, el General José Antonio Alonso al despedirnos agradeció a los reservistas nuestra apuesta decidida por el Ejército a cambio  solo de vestir con orgullo su uniforme. Ni más ni menos mi General.

Acabamos nuestra visita con la satisfacción de haber cumplido nuestro objetivo, que es sin duda, conocer mejor al ejército al que servimos.

Y entre el mar y la tierra, en el cielo limpio de Pontevedra  hemos descubierto al azor. Sobrevuela majestuoso nuestro cielo, y es rápido y preciso en el ataque por sorpresa, como nuestros mejores soldados de Infantería, la de siempre, la de los viejos Tercios para tiempos nuevos. Esos tiempos que han sido testigos de triunfos y derrotas, de brisas y tormentas ante las que nuestros mejores marinos hacen frente como siempre, con la imperturbable  firmeza de quien  sabe que pese a todo su barco tiene que arribar a buen puerto. 

 

Alférez RV  María de las Mercedes Pordomingo Esteban

 

 

                              

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