“A las once de la mañana terminaba de pasar por la puerta de la Alcazaba la última camilla, y raro sería el oficial que en lo más hondo de su conciencia no sintiera una protesta ahogada ante las deplorables condiciones en que forzosamente había de hacerse aquella marcha con los heridos, por escasez y deficiencia del material sanitario…”
Este pasaje de la Campaña del Rif (1909) del Capitán de Ingenieros Eduardo Gallego Ramos, testigo de la fatídica jornada de final de septiembre de 1909 en el Zoco el Jemis de Beni Bu Ifrur, nos aproxima a las condiciones de la Sanidad Militar en los primeros años del pasado siglo. Unas sanidad que Mariano Gómez Ulla impulsaría, tanto en el aspecto médico como en el organizativo, alejándola del olvido en el que se encontraba.
Gómez ulla vistió por primera vez el uniforme militar a los ventidós años de edad en septiembre de 1899; saliendo de la academia con el empleo de médico 2º fue destinadoa la Brigada de Tropas de Sanidad de Zaragoza. Después pasó a la sección de montaña de ambulancias en Madrid en la que permanecería dos años. Más tarde su destino fue el Regimiento de Infantería Melilla hasta su ascenso en 1905 a médico 1º (Capitán) que pasó a la 1ª Compañía de la Brigada de Tropas de Sanidad.
Los ataques cabileños al Barranco de Beni Ensar y los posteriores sucesos del Barranco del Lobo y del Zoco el Had provocaron la marcha de Gómez Ulla hasta Melilla al frente de la ambulancia montada encuadrado en las tropas del Cuartel General de la 1ª División que mandaba el General Enrique de Orozco.
Su corta estancia en el agitado territorio marroquí de aquellas fechas no pudo tener más vicisitudes como podemos comprobar con una simple ojeada a su hoja de servicios: el 9 de septiembre conduciendo un convoy de enfermos y heridos hasta la Restinga; el 21 del mismo mes participa en el reconocimiento sobre el río Zeluán; el 25 participando en la ocupación de Tahuima y la toma de los pozos de Nador. De especial interés fue su participación en las acciones del 30 de septiembre en el Zoco el Jemis donde el saldo de pérdidas fue de un General ( Díaz Vicario), tres oficiales y 36 de tropa, además de trescientos heridos. El siguiente día supuso un calvario el transporte de muertos y heridos desde Zeluán hasta Melilla, de tal manera que ocho de los heridos fallecieron en el trayecto, en una marcha en la que se invirtió el doble del tiempo necesario y se empleó un número de hombres para el transporte muchísimo mayor del que hubiera hecho falta si los elementos de las ambulancias estuviesen en relación con las necesidades de una División en pie de guerra. La serenidad, sentido común, orden y disciplina del capitán Gómez Ulla en aquella jornada sin duda contribuyeron a evitar una auténtica catástrofe.
Pero no finalizaron sus tareas en Marruecos, dos días más tarde regresó a Nador y el 17 de Octubre, a las órdenes del general Aguilera tomó parte en el reconocimiento de Atlaten, colaborando el 19 en la defensa del campamento “manteniendo al personal sobre las armas y haciéndose cargo, al amanecer de los heridos” como relata textualmente su Hoja de servicios. Estas acciones supusieron una Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo para Gómez Ulla, tercera que recibía en su corta estancia en la campaña marroquí aquel 1909.
Años más tarde, en 1912, encontrándose destinado en el hospital de Carabanchel es requerido por el General Orozco, entonces Subsecretario de Guerra, para partir en comisión de tres meses a París, Berlín y Roma, con el fin de estudiar la organización de los servicios médicos en otros países. En 1915 regresa a Berlín a las órdenes del Embajador de España. Su estancia en Europa se alarga y, coincidiendo con la Gran Guerra, estudia las organizaciones quirúrgicas y evacuaciones de primera línea a retaguardia en distintos frentes.
Se encontraba en 1921 en Berlín cuando el embajador de España le informó del desastre en la zona de Melilla.
A su regreso a España es nombrado Cirujano Consultor Director de los Servicios de Cirugía de Marruecos. Visita los hospitales de Córdoba, Granada, Sevilla, Málaga y Cádiz realizando una reorganización completa de los servicios quirúrgicos, ya que estos hospitales eran los que habitualmente acogían a los heridos de las campañas africanas.
Gómez Ulla tenía claro que en la guerra el herido debía ser atendido lo antes posible; este problema solo podía salvarse llevándole al cirujano o acercando el cirujano al herido. El soldado valiente y animoso, pierde estas condiciones en el momento de sentirse herido; mientras pierde sangre tiene prisa por abandonar la primera línea. Su evacuación es una cuestión vital, la velocidad, mala compañera del orden, debe estar presente en la evacuación de bajas. Los camilleros recogerán siempre al herido en el campo, blocao o trinchera en el que se encuentra al ser herido y le transportarán al Puesto de Sanidad donde recibiría una primera atención. En las campañas de Marruecos, un territorio con pistas casi intransitables el paso por los distintos escalones sanitarios propiciaban los procesos infecciosos y el desgaste moral y físico. Y aquí y así nacieron los Equipos Quirúrgicos de Vanguardia y el Hospital Quirúrgico de Montaña a Lomo.
Los Equipos Quirúrgicos de Vanguardia, pequeñas organizaciones con una plantilla de personal sanitario, medios de transporte y un completo equipo quirúrgico embalado en cajones y cestos de mimbre para facilitar su transporte, fueron empleados por primera vez en septiembre de 1921 y con ellos se consiguió llevar asistencia sanitaria hasta casi el mismo frente de combate, proporcionando una importante disminución de mortalidad.
El Hospital Quirúrgico de Montaña a Lomo, se estrenó en las operaciones de el Jemis en abril de 1922 realizándose en aquella ocasión más de cuatrocientas intervenciones. Se trataba de una instalación portátil, apta para el terreno montañoso de Marruecos donde los vehículos no eran capaces de llegar, portable en baste con unas sesenta cargas, completamente en madera, paredes y techos en forma de persianas, lo que permitía enrollarlas y ser cargadas en los mulos. Este Hospital también fue utilizado en 1925 en la playa de la Cebadilla, en el desembarco de Alhucemas, estando Gómez Ulla en el barco hospital “Barcelo” al mando de los servicios quirúrgicos, del que desembarcó varias veces asistiendo a una veintena de heridos en el vientre mientras las granadas de artillería enemiga caían alrededor del hospital.
Gómez Ulla se convirtió en la Guerra de Marruecos en el cirujano militar soñado por nuestros soldados, improvisación, rapidez, selección, técnica y resistencia física, a veces hasta cuarenta y ocho seguidas trabajando en el quirófano. Su adaptación a la especialización del personal y medios disponibles, improvisando y operando en cualquier sitio. Participando directamente en un gran número de operaciones, llegó a conseguir en la guerra africana una estadística operatoria de heridos abdominales de un 60% de supervivencias siendo conocido como el salvador de los heridos de vientre.
En 1927, finalizada la contienda con Marruecos, con el empleo de Teniente coronel es destinado a Madrid al Hospital Militar de Carabanchel, que más tarde sería denominado Hospital Gómez Ulla.