Mojarse es una de esas expresiones que habitualmente utilizamos en España, con un sentido que supera ampliamente su significado académico. Los españoles la utilizamos para expresar una actitud que nos involucra en un asunto que conlleva responsabilidad, o dicho de otro modo, en nuestro lenguaje coloquial, mojarse es comprometerse. Y como una imagen vale más que mil palabras, ayer el desfile militar con el que se celebraba en Madrid nuestra Fiesta Nacional, nos dejó una que plasma en un solo golpe de vista la capacidad de nuestros militares para calarse hasta los huesos en su compromiso con la sociedad española.
La imagen de nuestros soldados desfilando bajo el aguacero, tiene un valor testimonial que subraya su disposición para cumplir con su deber cuando, como y donde sea necesario. Ayer, nuestro militares nos volvieron a mostrar que su presencia al lado de la sociedad es un compromiso y que ninguna contingencia impedirá que dejen de afrontar su deber con la sociedad a la que sirven. Así lo han hecho siempre.
Se mojaron en la pandemia del Covid que marcó para siempre el año 2020, y frente al miedo y la desolación, nuestro ejército y nuestra guardia civil fueron esperanza. Se mojaron de nuevo en el temporal Filomena, y frente a la nieve que cubrió España, ellos, nuestros militares, nos volvieron a demostrar que su esfuerzo, su eficacia y su compromiso podían fundir el hielo. Siempre están donde se les necesita. En las inundaciones del levante español, en la limpieza del chapapote gallego, en la erupción del volcán canario, en los incendios que asolan nuestros veranos. Siempre están, con sus medios técnicos y con su cercanía personal, con esa empatía, que es marca de la casa.
Pero la razón de su propia existencia excede con creces a su presencia física en circunstancias difíciles, porque su misión primaria pasa por establecer y mantener las condiciones necesarias de seguridad para que los ciudadanos podamos seguir desarrollando nuestra vida tal como la conocemos. Buscando una imagen acorde a la que vimos ayer en el desfile, nuestros militares se mojan, mientras sostienen un paraguas invisible de seguridad bajo el que todos los españoles nos resguardamos.
Protegen nuestro limes, nuestras fronteras frente a los riesgos reales y, en muchos casos desconocidos, que habitan al otro lado. Su presencia allí es esencial en tanto en cuanto son los guardianes de nuestro propio estado frente a los riesgos que amenazan nuestra seguridad física y nuestro propio estilo de vida. Protegen el ciberespacio, y con él nuestras instalaciones críticas, nuestras comunicaciones, y de nuevo nuestro propio espacio de seguridad. Protegen y consolidan los lazos con los países aliados. Y nuestras aguas jurisdiccionales, nuestro espacio aéreo, y todos y cada uno de los derechos individuales y colectivos de los que disfrutamos como sociedad.
Nuestro Ejército y nuestra Guardia civil constituyen uno de los pilares más sólidos en los que descansa nuestra seguridad como nación y como estado de derecho. Y como todos los pilares, cuando llueve se mojan, y de paso nos demuestran que en su fortaleza y en su resistencia radica la firmeza de nuestra propia casa.
La imagen que vimos ayer fue mucho más que una simple anécdota. En el día que celebrábamos nuestra identidad como nación, las Fuerzas Armadas volvieron a dejar claro que siempre están a lado de la sociedad civil de la que se nutren y a la que sirven. En realidad, llueve sobre mojado, porque siempre han dejado patente que su compromiso con España es su razón de ser y de existir.
Mercedes Pordomingo Esteban
Teniente RV del E.T