Aunque a los oficiales de operaciones especiales españoles les gusta presumir de descender de las operaciones de guerrilla de Viriato contra los romanos y de El Empecinado contra los franceses en la Guerra de Independencia, la realidad es que los actuales comandos del Ejército español nacieron en 1956 en la Escuela Militar de Montaña de Jaca (Huesca). Hasta 1962, sólo los oficiales recibían la formación de operaciones especiales. Fue a comienzos de los sesenta cuando el capitán de infantería Javier Calderón (que llegaría a dirigir los servicios de inteligencia españoles) fue encargado para organizar las primeras compañías de guerrilleros del Ejército español. El modelo a copiar era el americano desarrollado en Vietnam, aunque sin perder de vista el trabajo de los partisanos griegos contra los nazis en la II Guerra Mundial.
Bajo un mando único
En 1999, esos 2.000 hombres se fundirían en un mando único (MOE), bajo la dirección de un general de brigada del Ejército de Tierra, en el barrio alicantino de Rabasa, divididos en tres Grupos de Operaciones Especiales. Por su parte, el Ejército del Aire tiene una fuerza de operaciones especiales, la Escuadrilla de Zapadores Paracaidistas (EZAPAC) y la Armada, una unidad propia integrada en Infantería de Marina, denominada Unidad de Operaciones Especiales (UEO) que cuenta con unos 200 hombres, tiene similitudes con los Seal estadounidenses y está acuartelada en Cartagena. Según del ejército que provengan (Tierra, Mar o Aire), los oficiales y suboficiales realizan el curso de Operaciones Especiales en la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales de Jaca, el de Cazador Paracaidista en la Escuela Militar de Paracaidismo de Alcantarilla (Murcia) y el de Buceador de Combate en el Centro de Buceo de la Armada de Cartagena.
La recuperación del Islote Perejil, situado frente a las costas de Marruecos, decidido por José María Aznar el 17 julio de 2002 tras haber sido ocupado por el Ejército marroquí una semana antes, fue el bautismo de fuego para una veintena de miembros del Mando de Operaciones Especiales del Ejército de Tierra y cinco infantes de marina. También se encontraban dispuestos a intervenir si las cosas se ponían mal una unidad de EZAPAC del Ejército del Aire en el aeropuerto de Málaga y una Unidad de Operaciones Especiales del Tercio de Armada a bordo del buque Castilla fondeado en el Estrecho. Afortunadamente la guerra de Aznar acabó sin tiros.